viernes, 15 de abril de 2011

La Ira en Hechos Consumados de Juan Radrigán


Según Aristóteles en La Retórica, la ira corresponde a un impulso colérico que es acompañado de tristeza o placer, este último se genera cuando la ira se manifiesta por venganza, cuando el momento de ira es planeado o anhelado por el iracundo. Se señala además que la ira (desprecio) puede ser de tres especies: menosprecio, calumnia y ultraje, siendo el ultraje el generado por venganza, despecho o por gusto, en este caso se ultraja a un sujeto para sentirse superior a él. Aristóteles señala que la ira se genera en un sujeto dependiendo de la disposición de ánimo de este reaccionará de forma furiosa si se le impide alcanzar un objetivo, si alguien o algo se le opone en el camino, si le llevan la contraria, si no colaboran con él, o si son molestados de cualquier forma, “Por eso los que sufren, los pobres, los que están en guerra, los que aman y en general los que apetecen algo y no pueden saciarlo son enojadizos y fácilmente irritables”. Según esto, ilustraré una escena de ira de la obra Hechos consumados de Juan Radrigán, en la cual participan personajes con distintos puntos de vista lo cual los lleva a generar una discusión.

Emilio y Marta se encuentran conversando en un terreno eriazo en las afueras de la ciudad, mientras conversan se acerca Miguel, el cuidador del terreno en el cual se encuentran pidiéndoles que se alejen de ahí puesto que es propiedad privada, Emilio cansado de ser expulsado de todos lados se niega a abandonar el lugar y se enfrenta a Miguel, cuestionando su trabajo y si posición, Miguel es un hombre de escasos recursos que al igual que Emilio está cansado de los malos tratos y abusos, pero que se ve imposibilitado de hacerle frente a su patrón por temor a quedar cesante, este cuidador junto con Emilio van arrastrando un gran historial de abusos de los cuales no han podido defenderse, y en este caso ambos “explotan” su ira.

Emilio: ¿Pa´qué? Lo tienen encuevao en el último rincón del mundo, entre máquinas que muelen y muelen sin parar, echando polvo y hediondez; su iñora se está muriendo botá en un rincón y los maestros desaparecen derrepente… Pero las máquinas no pueden parar, asi que usté tiene que cuidar y trabajar, cuidar y trabajar…

Miguel: (Acosado) ¡No sé, no sé: déjeme tranquilo, no me huevee más, no me huevee más! ¡Yo sé lo que hago, tengo que obedecerle; la vieja está enferma, se está muriendo, si él se enoja y me echa, no tenimos pa´dónde ir! ¡Déjeme tranquilo, déjeme tranquilo, iñor, por la cresta!

Miguel cansado de cuidar a su esposa enferma, de no tener dinero para llevarla a un hospital, de entregar sus días a un trabajo en el cual el sueldo es una miseria, reacciona de forma colérica contra Emilio, quien le cuestiona el por qué continua llevando esa vida y obedeciendo a un patrón que no conoce.

Emilio está cansado de llevar una vida en la marginalidad, sin obtener ayuda de nadie, cansado de la soledad, el abandono, la miseria, las promesas incumplidas, los atropellos y es en el momento en que Miguel los obliga a alejarse del lugar que Emilio expresa su ira:

Emilio: ¿Dos pasos pa´onde? No, muchas gracias, se los agradezco en el alma. Palabra, si pudiera me pondría a llorar a moco tendío de puro emocionado, pero entiéndanme: son muchas veces las que me han obligao a dar dos pasos, muchas veces que he tenío que decir si cuando quiero decir no; son muchas veces ya las que he tenío que elegir no ser ná… No compadre, de aquí no me muevo.

Esta única sublevación expresada por Emilio, termina por costarle la vida, Miguel no soporta esta sublevación y lo mata a palos, Emilio es el sujeto sobre el cual Miguel descarga la ira reprimida por tanto tiempo.

Aristóteles también plantea que “Los que así están dispuestos a la ira, se enfurecen contra los que se ríen, se burlan y se chancean, porque cometen ultraje contra ellos”. De esta forma la ira de Miguel se va demostrando cada vez que Miguel y Marta ironizan y se burlan, no solo de el sino de la situación en la cual se encuentran:

Miguel: ¿Por qué se sienta?... Le estoy hablando en serio. (Emilio no contesta) Los dejé estar aquí todo el día, no puede quejarse. (A Marta que intenta sentarse) ¡Le estoy hablando en serio, señora!

Marta: No soy señora.

Miguel: Bueno lo que sea. (A Emilio) ¡Ya po!

Emilio: (Sacandose un zapato) No me voy a poder ir, me torcí el pie

Miguel: Chis, ¿cómo se iba a torcer un pie si estaba parao ahí?

Emilio: Cosas de la vida po.

Miguel: No se las venga na a dar de vivaracho conmigo, gancho, mire que no tengo na muy buen genio.

En este punto Miguel comienza a expresar su rabia contra Marta y Emilio que se niegan a abandonar el lugar y que además lo someten a la burla. Tenemos en esta escena entonces a dos personajes que han aguantado por mucho tiempo a rabia y que no soportando mas explotan el uno contra el otro, siendo que ninguno de ellos es el causante fundamental de la ira, sino que son sujetos que “encienden” la chispa.

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